Investigador accidental by Justin Scott

Investigador accidental by Justin Scott

autor:Justin Scott [Scott, Justin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1993-01-01T00:00:00+00:00


15

Cerré de un portazo el armario, di un puntapié a la silla que había al lado, arremetí contra el tipo que estaba en la mesa y le agarré la muñeca. Era bajo, ancho y muy rápido. Me lanzó un puñetazo a la mandíbula con la mano que tenía libre. Lo intercepté con mi hombro y le pegué un rodillazo sin soltar su otra mano. Me volvió a golpear. Vi las estrellas. Le propiné otro rodillazo. Se dobló. Le saqué la mano de la cazadora: sostenía una placa.

—Policía estatal —dijo jadeando, enderezándose y cogiéndome por el brazo⁠—. Apártate. ¡Ahora mismo!

—¿Qué?

El detective sargento Bender salió del armario a empujones, esgrimiendo una orden de registro.

—¿Pero qué es esto? —Me había quedado de piedra, consciente solamente de que el otro poli estaba dando un rodeo para conectarme un golpe bajo a los riñones. Sonó mi teléfono. Lo cogió Bender.

—Gracias. Ya está aquí.

Marian Boyce entró de estampida por la puerta.

—Pero ¿qué coño has estado haciendo? —⁠dijo dirigiéndose a Bender—. ¿Cómo es que habéis tardado tanto?

—Los expresidiarios saben esconder el material. —⁠Mi atención pasó de Bender a Marian. No se atrevió a mirarme a los ojos, lo cual marcó un punto a su favor.

—¿Qué material? ¿Se puede saber qué demonios os traéis entre manos?

Bender me dejó ver la orden de registro. Percibí borrosamente un papel escrito a máquina. La sangre y la adrenalina amenazaban con hacer estallar mi cabeza. Reconocí mi nombre y dirección. La orden iba firmada por un magistrado del condado.

—¿Qué estáis buscando?

—Dinero —dijo Bender—. En una bolsa de la compra.

—¿Quéee? ¿Qué coj…?

Alison se había quedado inmóvil junto a la puerta, boquiabierta. Tomé aire y eché un segundo vistazo a la orden de registro. Cubría sólo la casa, no el granero. Ella y su madre estaban a salvo.

—Alison, permíteme que te presente al detective sargento Bender y… —⁠Miré al poli al que había soltado el rodillazo. Seguía con su placa en la mano, pero no me dijo su nombre—. Ésta es Alison Mealy, mi vecina. Di hola a este amable oficial de policía, Alison.

Parecía tan aturdida como yo, pero entró en la habitación y me dirigió una sonrisa tranquilizadora.

—Hola —dijo a Bender.

—No le des la mano.

—No iba a hacerlo. ¿Estás bien, Ben?

—Estoy muy bien. Vete a casa, tesoro. Vete tranquila, que no pasa nada.

—Cachéalo —ordenó Bender.

Di un paso atrás.

—Dejad primero que la pequeña se vaya. Marian, ¿te importaría acompañar a Alison a su casa? Vete a casa, tesoro. No pasa nada.

Alison no se movió.

—Gracias por haber venido a avisarme, Alison —⁠dije—. Te estoy muy agradecido.

—Vamos, cielo —dijo Marian, buscando su mano. Alison salió disparada.

—Extiende los brazos y las piernas —⁠ordenó Bender.

¡Cuántos recuerdos me trajo aquel cacheo! Sentí que se me estaba agotando la paciencia, y estudié el momento óptimo para arrojar por la ventana a aquellos dos individuos. El cacheo es un ejemplo humillante del poder del policía y de la ausencia del mismo en el preso. Sobre todo si el policía sólo lo hace para probar que lo tiene, que es lo que



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